Convivencia pacífica a través del juego
A grandes rasgos, el juego propone un viaje por el mundo en el que él o la protagonista se enfrenta a diferentes desafíos que podrán ser sorteados gracias a la diversidad lingüística, étnica, religiosa, etc. A medida que se encuentran con esos desafíos, los niños van conociendo diferentes culturas, así como variadas formas de pensar, hacer y sentir cuestiones de la vida cotidiana; desarrollando la empatía y el respeto a lo diferente.
Desde Uruguay, como país laboratorio, proponemos trabajar en la educación por la diversidad cultural a través de un juego que vehiculice estos conceptos, para que niñas y niños puedan tener un desarrollo más libre de prejuicios y puedan nutrirse de esta diversidad.
- EQUIPO
- PAÍS DE RESIDENCIA
- URUGUAY
- ESCALABILIDAD
- El proyecto piloto plantea la participación de las primeras 50 instituciones formales (públicas y privadas) dentro del área metropolitana, para poder garantizar el monitoreo y la evaluación. Sin embargo, el piloto es considerado un laboratorio: la última etapa del proyecto expansión nacional e internacional apunta a la masificación de la plataforma como herramienta de cooperación técnica que ofrece Uruguay a otros países, del sur y del norte, ya que el problema que se aborda es de escala planetaria. ¿Cómo vamos a hacer que eso sea posible? A través de talleres y de la disponibilidad de documentos de formación a formadores, de la comunicación en medios locales e internacionales y del apoyo de las agencias de cooperación —AUCI, AECID, OEA, BID, UNESCO, UNICEF, etcétera— para expandir los horizontes del proyecto.
- INNOVACIÓN
- Existen antecedentes muy ricos al trabajo de este proyecto, como lo son el Kit Diversidades desarrollado por la Cátedra de UNESCO de Gerona en conjunto con otras universidades, o el proyecto EnOtrosZapatos.org desarrollado para el BID. ¿En qué se diferencia esta propuesta? Si bien los expertos concuerdan en que es fundamental trabajar sobre diversidad cultural en edades más tempranas, ambas experiencias —por cuestiones de encargos— fueron apuntadas a un público más grande (adolescentes o adultos respectivamente). Por otro lado, el carácter lúdico de este juego permitirá incorporar los conceptos de una manera amena, en lugar de resaltando las carencias, potenciando los beneficios. Su capacidad de fácil traducción, el monitoreo y la evaluación, las estrategias de expansión, hacen de este proyecto un potencial para el trabajo dentro de nuestro país y para la cooperación fuera de las fronteras, con una herramienta sin precedentes para Uruguay de cooperación técnica en el ámbito de la cultura.
- CUALIDADES DEL EQUIPO
- Florencia Fernández (24 años, montevideana) Es estudiante avanzada de la carrera de gestión cultural del CLAEH, co-creadora de BILU toys, en donde desempeña la gestión empresarial y la creación de nuevos proyectos. Actualmente es encargada del área de gestión corporativa y venta de patrocinio de Museo de Arte Precolombino e Indígena. Le apasiona la gestión de las migraciones y la diversidad cultural. Lidera el proyecto Convivencia pacífica a través del juego. Lo que no sabe lo investiga; es dinámica, persuasiva y convincente para articular a las personas idóneas que se requieren en cada proyecto. María Elena Fernández (27 años, montevideana). Es licenciada en diseño industrial y estudiante avanzada de la licenciatura de artes plásticas y visuales. Docente de la FADU —UdelaR— de metodología de la investigación en diseño. Forma parte del Espacio de Integración Abierta (EIA) “Diseño para la infancia” de la Facultad de Arquitectura. Actualmente cursa su magister en Diseño y Sustentabilidad en la universidad de Kingston (Londres, Inglaterra). Co-creadora de BILU toys, en donde se desempeña como diseñadora y creadora de nuevos proyectos. Trabajó en diseño para proyectos sociales de instituciones como Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP), Obras Sanitarias del Estado (OSE) y Compromiso Social Cooperativa, entre otros. Perseverante, organizada y comprometida, con su entorno, con la sociedad, con promover el bienestar para todos. Sol Cifuentes (30 años, bonaerense). Licenciada en Letras y Profesora de Enseñanza Media y Superior en Letras por la UBA. Realizó guiones para “El asombroso juego de zamba y sus amigos” y “La asombrosa excursión de zamba y sus amigos” producidos por El Perro en la Luna, para el canal Paka Paka. Como docente, se desempeñó en las asignaturas “Literatura argentina y latinoamericana”, “Español”(en el Lycée St. Exupéry y Lycée Branly, Créteil, Francia) y “Lengua y Literatura”. Crear historias para niños es su pasión, y es una ferviente convencida del potencial para el enriquecimiento humano que significa fomentar el diálogo intercultural. Ver proyecto anterior de BILU en https://www.youtube.com/watch?v=gY91gECMtrI
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- MODELO DE SUSTENTABILIDAD
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- OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLES
- Educación de Calidad
- PROBLEMA QUE RESUELVE
- Más de la mitad de la población del mundo vive en áreas urbanas y es un proceso que va en aumento. El mercado y la economía se mueven a escala mundial y, junto con ello, las personas también participan de esos flujos migratorios. En las ciudades convergen diferentes culturas, formas de vida, creencias, gustos e intereses. Las ciudades son un espacio en el que las diferencias interactúan, algunas veces de manera conflictiva y otras con mayor fluidez. Los nacionalismos, las visas, los muros, los fundamentalismos de cualquier tipo, las guerras, las dictaduras, los totalitarismos, son todas herramientas dispuestas en función de demostrar que el problema está en los Otros. Los Otros que «invaden» mi territorio, que «quitan» puestos de trabajo, los Otros «peligrosos», con los que no puedo convivir. En este contexto, el miedo a lo diferente se expande por todos los rincones, y se convierte muchas veces en actos de violencia, en exclusión, en ejes de discriminación, en xenofobia y racismo. La dominación de unos grupos sobre otros, además de vulnerar los derechos humanos y culturales de estos grupos subalternizados, también pone en peligro a las democracias. Es importante tener en cuenta que no existen las culturas puras, todas ellas, y aún más en la era moderna, son fruto de múltiples interacciones y se reconstruyen en esa hibridación. Pero sí existe la diversidad, las diferentes formas de pensar, de hacer y de sentir que se transmiten de generación en generación, que se reflejan en las lenguas, en las tradiciones, en las formas de vivir en sociedad. Y también existen otras diferencias, las diferencias de oportunidades, las diferencias en la posibilidad de elegir qué quiero ser y cómo quiero vivir. Al mismo tiempo que se desarrolla este proceso de mundialización, violento y plagado de injusticias, también se expande su antagónico y complementario, la mundialización de las ideas humanistas, emancipadoras, las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, de equidad y valor universal de la democracia, las ideas que ponen en el centro del desarrollo una conciencia común de la humanidad (Morin, 2006: 118). Este proceso tiene su hito en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), así como en la creación de Naciones Unidas, desde lo institucional y en materia de derechos; pero también, siguiendo esta ideología de mundialización, se manifestó la sociedad civil a través de organizaciones que obtuvieron gran popularidad como es el caso de Médicos sin Fronteras, Amnistía Internacional, Geenpeace, Oxfam, entre muchas otras. Necesitamos superar estos ejes de dominación a través de la construcción de una sociedad-mundo, en la que se respeten las diversidades y se comprenda que todas ellas son las que conforman a la unidad del género humano. Desde la educación debemos repensar el término desarrollo, ya que todos tenemos lecciones para aprender, del norte y del sur, de oriente y occidente, y de toda la diversidad presente en esas categorías caducas, que siempre han mostrado sus fisuras. “Hay, sin duda, una penuria afectiva y psíquica mayor o menor en todas las civilizaciones, y en todas partes hay graves subdesarrollos del espíritu humano, pero es preciso ver la miseria mental de las sociedades ricas, la carencia de amor de las sociedades ahítas, la maldad y la agresividad miserable de los intelectuales y universitarios, la proliferación de ideas generales vacías y de visiones mutiladas, la pérdida de la globalidad, de lo fundamental y de la responsabilidad” (Morin, 2006: 122). Para ello debemos ir más allá de la tolerancia y fortalecer las capacidades necesarias para la interculturalidad: la empatía, el respeto y el estar atento a los prejuicios. Debemos comprender por qué esa diversidad es necesaria, por qué la homogeneidad está limitando los derechos culturales y humanos de las personas, y cómo eso nos afecta a todos. Las culturas son imperfectas, como lo es el ser humano. Todas las culturas tienen hábitos que las estructuran, que limitan sus formas de ver el mundo, su capacidad para resolver los problemas. Es en esa diversidad cultural, en el diálogo intercultural, en el que expandiremos nuestras posibilidades, nuestros recursos para hacer frente a los problemas que no estamos pudiendo revolver... y a los que vendrán.
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