Érase una vez una niña de 5 años que por más que su profesora le dejaba planas de las vocales para que las realizara en casa, no lograba hacer conexión entre su sonido y la forma de escribirla. Tenía una hermana a punto de graduarse de Ingeniera de Sistemas, la cual, en compañía de un muy pronto colega, crearon una aplicación móvil, en donde la niña podía dibujar la vocal, mientras dentro de la aplicación, otra niña la pronunciaba. Además, podía encontrar múltiples imágenes, sonidos y videos que le hicieron aprender de manera fácil y divertida. Casos como estos, nos motivan a crear herramientas tecnológicas que apoyen al sistema educativo. Que los niños a través de la diversión y el juego interioricen y aprendan. Importante que estas herramientas sean llamativas e interactivas para captar la atención del niño y que se sienta acompañado, generando como resultado un impacto en el rendimiento académico y experiencias positivas en el reforzamiento de los temas vistos en clase.